-¿Podrías abrir la ventana?
El hombre se frotó con fuerza los ojos, ¡las gaviotas no hablan!, pensó.
-Por favor, abre -insistió.

-¿Qué quieres? -preguntó sintiéndose no menos ridículo por hablar con un ave.
-¿Por qué no quieres viajar? He oído que tienes miedo a volar.
-Solo los pájaros vuelan, yo no sabría.
-¡Pero si es muy fácil!
-¡No, no lo es! -replicó- es fácil para ti, porque tú sabes volar, ¡eres un ave! probablemente yo movería los brazos al igual que tú agitas tus alas, y me caería, me haría daño.
-Eso, solo es una excusa. El miedo nos vuelve ciegos, pero tú podrías volar. Lo que te ocurre, es que en realidad no quieres hacerlo. Tienes miedo, por ti y por ella -señaló hacia el lado de la cama donde su mujer dormitaba.
El hombre calló en un profundo silencio.
-Sabes que tienes que hacerlo, Ha llegado tu momento.
-Estoy enfermo -musitó.
-Lo sé, y por eso tienes que volar ya y viajar a tu siguiente destino. El dolor pasará.
El hombre siguió sin voz, incapaz si quiera de gritar.
-Duerme.
La gaviota se fue volando. Él volvió a la cama, he tenido que soñarlo, pensaba, las gaviotas no hablan.
Al cabo de unas horas, con la vista fija en la ventana, vio como un mar de olas crecía bajo su casa, una enorme barca se acercó y un hombre le invitó a subir. Por alguna extraña razón le dio un suave beso a su mujer en los labios, robándole en él toda su juventud. Subió a la barca y se pusieron en marcha.
Observaba el cielo cual niño admira a las nubes, sus ojos se posaron en la luna, jamás la había tenido tan cerca, el barquero llevó su pequeño velero justo debajo del gran satélite, había una escalera.
-Sube, te están esperando.
El hombre subió y subió, hasta llegar a la luna y cuando estuvo allí, sus piernas se esfumaron, sus brazos se convirtieron en enormes alas de plumas blancas y se hizo gaviota para volar libre y feliz surcando el cielo repleto de estrellas, desafiando al sol sin ser un Ícaro descuidado... volviendo a sentir el aire y la vida a sus pies...
A la mañana siguiente lo encontraron en la cama, con un sueño eterno sellando sus ojos, y la paz envolviendo su sonrisa, pues las gaviotas viven para siempre...
IN MEMORIAM.