Cada hombre tiene un tesoro que lo está esperando
-Paulho Coelho-

sábado, 25 de julio de 2015

Cuando Mona Lisa nos regala su sonrisa

Desde que descubrí el cine ha sido otra de mis grandes pasiones. He visto películas tan míticas como Casablanca, El Padrino, La vida es bella, Titanic... y siempre me maravilla esa precisión que tiene la cámara para captar momentos mágicos. Porque todos recordamos ese Buenos días, Princesa, he soñado toda la noche contigo que Roberto Benigni, en la piel del simpático y entrañable Guido Orefice, le dedicaba a su compañera (en la ficción y en la realidad), Nicoletta Braschi, aliviando así las grandes penurias y horrores que estaban viviendo en aquel infierno por el que desgraciadamente, tuvieron que pasar miles de personas. Los esfuerzos de ese padre por hacer que su hijo jamás fuera consciente de aquella cruda realidad, se nos han clavado en el corazón, y por qué no reconocerlo, nos ha hecho soltar muchísimas lágrimas.
También recordamos a Rose y Jack en la cubierta del majestuoso Titanic, con los brazos extendidos y viviendo las mieles de su historia de amor. Pero no son solo las imágenes las que se quedan en nuestra memoria, también frases memorables como a Dios pongo por testigo que jamás pasaré hambre o, de la misma película, ese cruel y descarado francamente querida, eso no me importa. Y fijaos si el cine es mágico, que hasta nos encariñamos con los actores de doblaje. El de mi infancia fue, sin lugar a dudas, Constantino Romero. Cuando eres pequeña, no se pasa por alto el detalle de la voz. Y es que yo ya sabía cuando veía El Rey León que la voz de mi queridísimo Mufasa era la de aquel señor con bigote que anunciaba los colchones en la tele, y que a su vez, también era el que ponía voz al ancestro mayor de Mulán, o al desagradable juez Lord Frolo en el Jorobado de Notre Dame (no os podéis ni imaginar cuánto detestaba a ese personaje)... El día que tuve edad para ver y, sobre todo comprender, otro tipo de cine (sin dejar de ver Disney, ¡eso nunca!) descubrí que nuestro actor de doblaje no se limitaba a las películas infantiles, ponía voz en español a Clint Eastwood y ¡hasta a Darth Vader! No nos engañemos, todos hemos puesto nuestra voz en modo Constantino para decir: No... Yo soy tu padre.  
Otro actor de doblaje que me encanta es Pepe Mediavilla (¡vozarrón!) , porque entre otras voces, es el que traduce a Morgan Freeman y este actor también ha protagonizado películas asombrosas como Cadena Perpetua o Invictus. Mediavilla, además, presta su voz al gran personaje de El Señor de los Anillos: Gandalf.
Las personas que dan vida a los protagonistas de las películas también llegan a ser entrañables, quizá no exista un actor más entrañable y querido que Robin Williams, y es que este actor ha hecho que Jack, aquel niño con cuerpo de hombre, que consiguió graduarse en la universidad cuando su cuerpo había llegado a la senectud, sea real. Williams hizo que nos encariñáramos de la señora Doubtfire, de el profesor chiflado, del profesor Keating...
Entre mis actrices favoritas se lleva la palma Julia Roberts, no he visto a una actriz que sepa encajar tan bien papeles cómicos o dramáticos, llorar con tanto sentimiento delante de una cámara, reír con tanta vitalidad o transmitir tantas emociones. Me considero una total fan de su filmografía, las he visto casi todas: Pretty Woman, Novia a la Fuga, El secreto de Mary Railly, Erin Brockovich, El Informe Pelícano, Quédate a mi lado, Come, reza y ama, Notting Hill, La boda de mi mejor amigo, Durmiendo con su enemigo, Larry Crowe, nunca es tarde, La Guerra de Charlie Wilson, Hook (junto a mi bien amadísimo Robin Williams)... No sé, podría estar nombrando películas hasta la saciedad, pero sin lugar a dudas hay una que tengo la necesidad de ver una y otra vez, de la que siempre saco distintos puntos de vista y que me hace reflexionar muchísimo: La Sonrisa de Mona Lisa.
Fue una película dirigida por Mike Newell que se ambientaba en Nueva Inglaterra, concretamente, en un colegio para señoritas. Julia, en el papel de la profesora Katherine Watson, llega allí para impartir clases de arte. Sin embargo, se encuentra con un pequeño problema, ella es una mujer idealista, una mujer feminista que vive por su cuenta, que se vale por sí misma y que forma parte de ese grupo de mujeres que ya en los años cincuenta empezaron la auténtica revolución de decir que ellas también podían pensar por sí mismas. Con esta idea, llega al colegio, cree que allí se está llevando a cabo una auténtica revolución cultural y social para con las mujeres. No obstante, y para su desencanto, el colegio adoctrina a jóvenes cultísimas, que memorizan parrafadas enteras acerca de la vida de los grandes pintores, que aprenden idiomas, música y leen, con el triste fin de amenizar las cenas de empresas de sus futuros maridos. Todas y cada una de ellas tienen claro que su porvenir no se concibe sin una boda, y aunque, como en todo, algunas tienen la mente más abierta que otras, saben que si se salen de ese camino que se les ha trazado desde que son niñas, serán duramente criticadas y hasta rechazadas. Pero su profesora se les antojará como un nuevo modelo femenino que antes nunca habían tenido, la figura de Watson no pasará desapercibida para sus alumnas que pronto ven en ella algo que nunca antes habían visto y aprenderán algo totalmente nuevo para ellas: que quizá su formación académica no se quede solo en memorizar lo que pone en los libros para saber dar buenas conversaciones, quizá también puedan interiorizarlo y sacar sus propias conclusiones, pensar por ellas mismas, ver más allá de lo que se les ha enseñado siempre y forjarse nuevas fronteras. Aunque algunas intenten hacerle la vida imposible a su joven profesora, el mensaje parece quedarse en sus corazones y aunque (chafaré un poquito el final), no consiga que la chica más prometedora de su promoción haga una carrera y cambie el matrimonio por sus estudios, ni lleve a cabo el cambio de mentalidad de toda una institución educativa, sus chicas aprenden a pensar y ver más allá, y observan en ella la libertad que muchas mujeres ansiaban. Pero no solo eso, sus alumnas también le enseñan y es que ahí donde su profesora veía el matrimonio como la forma clásica de mantener esclavizada a la mujer, una de sus alumnas, esa que tanto prometía, le dice que para ella y su pareja el matrimonio no es tal atadura, y que no se plantea la vida con menos libertad solo por el hecho de casarse. Es otro punto de vista muy novedoso en aquella época y por el que también abogaban muchas mujeres: restablecer el concepto del matrimonio o la pareja, haciéndole ver a la sociedad que esta unión no significaba que el uno se supeditara al otro, sino que también existían hombres que podían limpiar, planchar, cambiar pañales, mujeres que podían estudiar.... en definitiva que la igualdad tenía que llegar en todos los ámbitos de la vida cotidiana, y que el matrimonio debía dejar de ser una cárcel.

Con estos pensamientos tan novedosos para la época, nuestra profesora dice una de las frases más significativas de todo el film: Creí que venía a educar a los líderes del mañana, no a sus mujeres. Y es que la película refleja un cambio social muy importante para la mujer del que todavía, ni siquiera ella era consciente. Las mujeres aún no comprendían que tenían que hacerse oír, que tenían que reivindicar su educación, que podían dejar de ser bellos escaparates o hermosos floreros para convertirse en frondosos jardines por los que podían adentrarse en la senda del conocimiento. Que podían pensar por sí mismas, que podían casarse si querían, pero sin tener ataduras, ni ser esclavas de nadie... y fueron tanto hombres como mujeres los que forjaron el camino hacia la igualdad. Me ilusiona pero me asombra ver cómo, cuando pensamos en grandes mujeres o grandes hombres que fueron fundamentales para llevar a cabo tal cambio, pronunciamos nombres como: Simone de Beauvoir, Virginia Wolf, Frida Kahlo, Marie Curie, Indira Gandhi... ¿antes del siglo XIX no existieron grandes mujeres que se salieron de la "norma establecida"? Pues sí, la mujer, aunque de forma menos señalada, ha tenido un papel fundamental en toda la historia, de hecho las primeras divinidades adoradas entre los hombres primitivos eran diosas, deidades dedicadas al culto de la fertilidad, de la tierra... pero por hablar de mujeres de carne y hueso, vayámonos a Grecia (mi amada Grecia). Hablemos, por ejemplo de Diotima de Mantinea. Y es que aunque sabemos muy poco sobre ella, solo aparece nombrada en El Banquete o Simposio de Platón, el mismísimo Sócrates se confiesa discípulo de esta filósofa y cuando se refiere a ella dice: Una mujer de Mantinea, llamada Diotima, que era tan versada en estas cuestiones como en otras muchas. 

Muchos interrogantes ha planteado esta Diotima, si era real, o si fue un invento de Platón para personificar las ideas de Sócrates. Sin embargo, a ella se alude como la sacerdotisa que aconsejó a Pericles sobre los sacrificios que debía llevar a cabo para erradicar la peste que asoló a Atenas en el siglo V a. C. Yo no dudaré de su existencia, no tengo ni datos, ni conocimientos suficientes como para dudar o afirmar si esta mujer fue amiga del gran Sócrates, pero me dejaré llevar por mi instinto utópico nato para no desconfiar. Platón no parece tener reparos en que su maestro afirme (por letra de su discípulo) que fue educado por una mujer, si el alumno no tiene reparos, esto debe llevarnos a pensar que el maestro, en vida, tampoco los tuvo, por lo tanto ya estos dos filósofos no ocultan su admiración por una sabia mujer que versa sobre el amor con pensamientos tan modernos y una mente tan abierta, que nada tiene que envidiar a aquellos que hoy vemos en el amor una gran fuente de humanidad:

"Eros es, según Diotima, algo que está entre dios y el ser humano y entre cualidades como bueno y malo, bello y feo. Hace posible que los seres humanos aspiren a la belleza y a la bondad y que busquen la verdad"


Pericles siempre fue un gobernante singular para los tiempos que le corrió vivir, se le daban muy bien los discursos de guerra, eran largos y muy enrevesados. Bueno, esto ha sido una pequeña ironía, licencias que se toma una con sus queridos clásicos, pero desde el cariño, eso sí. Quienes hayan traducido a Tucídides saben el porqué de mi pequeña broma (para resumir, Tucídides fue un señor que escribió sobre la guerra entre Atenas y Esparta, y que lo hizo como si fuera un Góngora de la prosa ática, o lo que es lo mismo, muy difícil. Bonito, pero difícil y tortuoso para los pobres estudiantes de Filología Clásica, a mí como veis me ha dejado huella, pero en el fondo nos queremos) 
Fuera de bromas, Pericles fue un gobernante singular para la época que le tocó vivir, probablemente sus discursos llegarían al pueblo, serían mucho más comprensibles (o eso espero), fue un hombre preocupado por la grandeza de su ciudad, y construyó los monumentos que se han convertido enjoyas maravillosas legadas del mundo clásico. Pero ante todo, fue un hombre preocupado por la cultura, bajo su gobierno "predicó" su filosofía, Sócrates, una filosofía nueva, renovadora que planteaba grandes cambios en la mentalidad y espiritualidad del hombre de su tiempo, solo tenemos que tener en cuenta que cuando mentes más conservadoras y enemigas de la cultura pusieron sus zarpas en Atenas, nuestro filósofo fue acusado de impiedad para con los dioses y de corromper a la juventud, y condenado a morir por la ingesta de cicuta. 
Fue un gobernante tan singular que encontró a una compañera ideal: Aspasia de Mileto. La historia la ha definido como retórica, logógrafa, cultivadora de la filosofía... y, al contrario que con nuestra anterior mujer, de ella hay testimonios escritos tanto en Platón, Jenofonte como Aristófanes y Plutarco. Una mujer cultísima, que se movió en los ambientes más selectos del tiempo que le tocó vivir, que fue admirada por los hombres de su época, que acompañó a Pericles hasta sus últimos días. Se ha llegado incluso a decir que podría haber sido una hetera (algo así como una Geisha). Plutarco se asombraba de sus aptitudes: 

"[...] parece el momento de preguntar qué artes o qué poder tenía esta mujer, puesto que era capaz de dirigir a su antojo a los principales hombres del Estado y ofrecía a los filósofos la ocasión de discutir con ella en términos exaltados y durante mucho tiempo."

Aunque no sé muy bien si determinar que esta descripción es positiva, Luciano también nos ofrece un retrato muy pintoresco sobre esta figura femenina:

"Ahora tengo que dibujar la sabiduría; y aquí tendré ocasión de utilizar varios modelos, la mayoría antiguos [...] No podríamos elegir mejor modelo de sabiduría que Aspasia, la milesia, la admirada del admirable "Olímpico"; su conocimiento político y su visión, su agilidad de mente y su penetración, todo será transferido a nuestro lienzo en sus perfectas medidas. Aspasia, sin embargo, solo se preserva para nosotros en miniatura; nuestras proporciones deben ser las de un coloso."

También, en torno a Sócrates, que parece ser un hombre que se dejaba influir mucho por las mujeres, hay otra figura femenina muy importante. Para comprender el porqué, debemos ahondar un poquito en su pensamiento filosófico. Nuestro filósofo defendía que todo ser humano tenía las respuestas a sus preguntas dentro de sí mismo, escondidas en la sabiduría de su alma, solo debía encontrarlas y para ello tenía que preguntarse y responderse sobre aquello que deseaba saber. Cuando algún amigo se acercaba a Sócrates en busca de su conocimiento, él no le daba la solución directa sino que preguntaba de manera que el interesado por saber, acabara respondiendo. Y así, con preguntas el ser humano sacaba a la luz todos los conocimientos, que dormitaban dentro de su ser. A este método lo llamó Mayéutica que podría traducirse como "el don de dar a luz". No son pocos los que creen que eligió este terminó por Fenaretes, quizá la mujer más influyente en su vida, aquella que le regaló el Ser, su madre, que era comadrona. De hecho Platón pone en boca de su maestro una frase tan preciosa como: "A los que me frecuentan les ocurre como a las parturientas, tienen dolores de parto."

¿Qué podríamos decir de Hipatia? Era hija del regente de la Biblioteca de Alejandría, se crió entre libros, su padre le otorgó una educación esmerada y pronto la joven Hipatia se convertiría en la pieza fundamental de la Escuela Neoplatónica de Alejandría, fue maestra, matemática, astrónoma, filósofa... fue una mujer que, tal y como la señorita Watson quería enseñar a sus alumnas, pensó por sí misma, descubrió el don tan maravilloso que tiene el ser humano: la mente, el raciocinio, el pensamiento. No veo necesario ahondar demasiado en los porqués, los cuándo y los cómo de esta gran mujer, porque quizá sea ella una de las pocas mujeres de la antigua Grecia más famosa de todos los tiempos, Alejandro Amenabar le dedica una película (que podría haber sido mucho mejor, más "histórica") Ágora, pero que me gusta por la actriz, Rachel Weisz. En mi opinión, es un acierto para interpretar a Hipatia, por su físico (se me antoja con cara de griega del siglo V d. C) y por el tacto con el que creo que acogió a este personaje. 

Pero no solo Hipatia, Safo una poetisa que algunos han visto como directora de un prostíbulo, pero que a mi entender y como opinan otros tantos, se podría catalogar más bien de escuela para señoritas (como la de la película de Julia Roberts). O ya en Roma a Clodia una mujer muy influyente políticamente, con grandes dotes culturales e integrante de un círculo literario como el de los neotéricos (unos modernistas adelantados), aunque no despertaba las simpatías de Cicerón y también muchos testimonios escritos nos hablan de ella como una mujer dedicada al sexo (¿por qué todas las mujeres cultas tienen que regentar prostíbulos o ser prostitutas? Que no digo que este mal, pero es una coincidencia chirriante). 
Sulpicia también fue una poetisa con bastante fama pero de la que no hemos conservado mucho, tan solo un par de poemas que se le atribuyen sin demasiada certeza. O también podríamos nombrar a Cornelia Africana la madre de los Gracos, que aunque vivió una vida llena de amarguras y pérdidas familiares, apoyó las políticas reformistas de sus hijos, unos auténticos visionarios de la reforma social.... y es que las mujeres han tenido un papel muy importante en la historia de la humanidad, y pese a que la sociedad, se lo ha puesto muy difícil, han sabido brillar con luz propia. Me parece inútil embarcarse en una lucha de sexos, todos somos iguales y lo mismo que ha habido hombres que han ayudado a las mujeres a labrar su camino, que han visto en ellas seres extraordinarios, también ha habido otros tantos que han silenciado sus dulces voces. Al fin y al cabo, la educación es lo que nos hace únicos, lo que saca lo mejor de nosotros, y hoy en día gracias a estas mujeres y esos hombres que vieron ese camino de igualdad, podemos acceder a la educación sin importar razas, sexo, edad o ideas, un privilegio que aún no todos pueden aprovechar... el mayor error del ser humano es ver en todo lo que nos rodea un motivo para diferenciarnos y creer que unos son superiores a otros por el motivo que sea. Los clásicos fueron los primeros en darse cuenta, y aunque está claro que no podemos afirmar que todos fueran unos visionarios (había de todo) algunas y algunos fueron los primeros en darse cuenta de esta premisa tan básica y fácil para poder vivir en este mundo. Las mujeres han labrado su camino y han sido importantes e influyentes en grandes movimientos culturales, en hechos históricos y revolucionarios que hoy en día nos definen como lo que somos. Tengo un buen amigo que escribió un preciosísimo artículo (tiene muchos, a cada cual más bonito) del trato que Jesús de Nazaret (hablemos de él como figura histórica) tuvo con las mujeres y de lo importante que fueron para él: Jesús y las mujeres

No sé muy bien por qué he escrito esta entrada, quizá me guste mostrar lo que la educación ha significado para mí, el gran privilegio que me han dado los clásicos y la felicidad que me irradian. Tuve personas maravillosas a mi lado que me mostraron este camino y que me enseñaron el verdadero valor de la afirmación "ser feminista" y lo que realmente significaba y conllevaba. Doy las gracias a esas mujeres que han sido fundamentales en nuestra historia y que han hecho que nosotras, las jóvenes del siglo XXI tengamos el privilegio que no tuvieron aún nuestras abuelas, el de estudiar, el de formarnos. Les doy las gracias a ellas que me han inspirado para estudiar la Cultura Clásica y comprenderla, para querer ser maestra e intentar regalar (como hicieron conmigo) el gran tesoro del mundo clásico. Y, a punto de entrar en cuarto de carrera (¡qué bien suena!), solo puedo decir que la educación es lo más importante para evitar odios raciales, fanatismos religiosos o cualquier tipo actos atroces y viejos errores que ya el ser humano ha cometido a lo largo de la historia (también me lo han enseñado los clásicos). En lugar de abogar por el odio, pensemos en todo lo positivo que tenemos y busquemos los grandes tesoros que nos ofrece la cultura, la educación es nuestro derecho, no nuestro privilegio, nos abre la mente para que exploremos el gran universo colorido que nos rodea. No pretendo, que cuando sea profesora mis alumnos se suban a las mesas recitándome poemas (como le pasaba a Robin Williams en El Club de los poetas muertos) o me sigan montados en bicicleta mientras yo me alejo en un bonito coche hacia el horizonte (como le ocurre a la profesora Watson en La sonrisa de Mona Lisa), no sé si llegaré a merecerlo, ni siquiera sé si llegaré a ser buena profesora, pero si mis futuros alumnos entienden este mensaje, yo podré dormir más tranquila, al fin y al cabo ya lo decía la canción: Solo le pido a Dios que la reseca muerte no me encuentre/ vacía y sola sin haber hecho lo suficiente. 
Carpe Diem, que nunca dejemos de soñar y buscar un mundo mejor.