Cada hombre tiene un tesoro que lo está esperando
-Paulho Coelho-

sábado, 10 de marzo de 2012

Hormigas, Arañas y Abejas

La verdad es que nunca he encontrado una razón que explique por qué escribo. Siempre he pensado que es una forma de expresión que verdaderamente necesito, una vía de comunicación que me permite plasmar todo lo que pienso, imagino, creo... en un papel con ayuda de las palabras. Un sentido, una necesidad, algo que tengo que hacer con una cierta continuidad, sino siento que me falta algo. Ahora con los estudios escribía menos, y si lo hacía era para realizar apuntes, con lo cual no había mucho que expresar. Un buen día la señora creatividad decidió quejarse, ya estaba harta de no que no le diera forma a lo que me trasmitía, que no me sentara en el ordenador delante de World para crear algún escrito, es por eso que decidí y me propuse escribir algo, aunque fuera una simple frase, todos los días. 
El otro día en clase de filosofía comenzamos a ver el tema de Kant. No es un hombre que particularmente me desagrade, pero ya había adquirido una cierta confianza con Descartes y su primera verdad, el cogito (aunque ya Plauto en su Anfitrión, hiciera que Sosias llevara a cabo una reflexión sobre su propia existencia, y se reafirmara con creces, de que existía, a pesar de que se estaba viendo a sí mismo burlado por la forma de Mercurio). El caso es que tomé apuntes de algo que me interesó particularmente, aunque no tuviera que saberlo para el examen, y la propia profesora dijo que no hacía falta copiarlo, pero lo copié. 
¿Qué era Kant? ¿Cuál era su forma de conocimiento? ¿Era un racionalista empedernido al igual que Descartes?, ¿o era un empirista de esos que rechazan las ideas innatas como Hume? Pues resulta, y eso es lo que está haciendo que me lleve especialmente bien con él, que es un Empiri-Racionalista (termino inexistente), toma de ambas corrientes filosóficas lo que más se acomoda a su manera de ver el conocimiento. Y es aquí cuando realmente me fascinó la explicación, jamás me había dado por pensar que se podría asemejar la figura de un empirista con la de una hormiga que va tomando lo que necesita del exterior para meterlo en el interior de su hormiguero, es decir, la mente. Un racionalista sería como una araña teje su tela del material que saca de su interior, es decir, saca el conocimiento que alberga su mente, sin necesidad de tomarlo de la experiencia, de lo que le rodea.  
La figura de Kant se asemejaría con la de una abeja, toma de distintas fuentes partes o trocitos de conocimiento que van fundamentando su teoría hasta que llega a la conclusión de que ''no puedo conocer nada que no venga dado por la experiencia (que es el límite de mi conocimiento). Pero existen unas estructuras mentales en las que ordeno los datos dados por la experiencia''
Entonces me di cuenta de algo bastante curioso, siempre nos han dicho que hay que ser como las hormigas, trabajadoras durante todo el año, recolectando y trabajando a su debido tiempo para después no tener que arrepentirnos de no hacer lo que debimos en su momento, o al menos eso era lo que nos mostraba la fábula de La Cigarra y la Hormiga. Sin embargo, ¿por qué no ser una trabajadora y laboriosa abeja? ¿por qué no ir recolectando todo aquello que nos sea útil, hasta obtener un conocimiento rico en diversidad, y en diferentes puntos de vista? Personalmente me considero una pequeña, muy pequeña, abejita (aunque sea una redundancia dado que abeja ya pretende significar que es pequeña, viene del latín apicula) pienso que no solo estudio para aprobar un curso, ni pasar un examen, me interesa aprender, ampliar mis puntos de vista, adquirir un conocimiento que me será útil siempre... por eso me gusta ampliar todo lo que estudio, aunque a veces parezca una agonías... Pero es que me gusta, no lo puedo evitar, estudiar no es algo que me desagrade, aunque bien es verdad que prefiero hacerlo con tranquilidad sin el agobio de la famosísima última semana de examen. Deberíamos ser como las abejas, sí, totalmente decidido, deberíamos poder ampliar nuestros puntos de vista, eso nos haría tener una mayor percepción de lo que nos rodea y un conocimiento que nos haga más tolerantes los unos con los otros. Si fuéramos como las abejas, estoy convencidísima de que nos ahorraríamos muchos problemas, pero claro, para ser abeja hay que lograr que el Ser Humano quiera transformarse en este pequeño insecto, pero parece ser que el teriomorfísmo solo era actividad practicada por los dioses olímpicos.
Quiero, aunque suene un poco cursi, que mi viaje hacia esa Ítaca personal que todos llevamos dentro, esté lleno de paradas, para aprender de cada una de ellas, que esté lleno de cantos de sirena que me hagan ser más fuerte y no doblegarme ante ciertas adversidades (aprender a llorar menos en los momentos que sean duros, y me encuentre un tanto sola y pérdida al no saber qué hacer para solucionar las cosas, o lo que es lo mismo, quiero aprender a eso que dice Horacio ''Aequam memento rebus in arduis servare mentem, non secus in bonis ab insolenti temperatam'', acordarme de mantener el espíritu sereno tanto en los momentos difíciles como en los felices) Quiero que mi viaje a Ítaca sea largo, sí, y que pueda adquirir todo el conocimiento posible para crecer como persona, para que como decía aquella canción, ni el mundo, ni la guerra, ni todo lo que me rodea me sea indiferente. Y por supuesto quiero poder ser teriomorfa y transformarme en abejas, hormigas, arañas... todo lo que me sea posible para ver desde otros puntos de vista y ser consecuente con lo que pasa a mi alrededor, a la vez que puedo comprender a otras personas sin ser una intolerante. Y por supuesto si Ulises tenía a su Penélope para seguir ese camino, lleno de renovadas fuerzas, que yo pueda tener a mi Ulises para seguirlo con igual empeño... 
¡SAPERE AUDE!

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